Espacio Caacupé
Acompaña y guía la vida de muchos hombres y mujeres de este barrio.
Ubicada en:
Osvaldo Cruz 3470
Barracas, CABA.
Acompaña y guía la vida de muchos hombres y mujeres de este barrio obrero, humilde, de enorme fervor popular, que busca vivir con dignidad. Su párroco es el padre Toto, y lo acompañan los padres Facundo y Charly.
Caacupé es una parroquia ubicada en el corazón de la Villa 21-24 y Zabaleta, en Barracas, CABA. Desde 1976 trabaja a favor de la evangelización y la promoción social de su gente. Está ubicada en el conglomerado de pobreza urbana más importante de la Ciudad de Buenos Aires. La parroquia de Caacupé cuenta con 13 capillas, un centro de recuperación de adictos, escuela de oficios, colegio secundario, hogares de ancianos y adolescentes, comedores comunitarios.
Comenzó a funcionar el 23 de agosto de 1987. Como primer párroco fue nombrado Osear Ismael Yebara. Desde hace aproximadamente 30 años posee una intensa actividad comunitaria. El trabajo social que realiza es muy importante y va desde la organización barrial, actividades asistenciales y promocionales que se desarrollan en los diferentes espacios que dependen de la Parroquia. Desde allí se llevaron a cabo obras tales como la red de agua potable o el zanjeo de desagüe del barrio, lideradas por el Padre Daniel de la Sierra. Actualmente, el trabajo es intenso y abarca diferentes temáticas. Ésta parroquia inicialmente llevaba el nombre de “Virgen de los Milagros de Caacupé”, pero en el año 2009, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, dispuso imponer el actual nombre de ´”Parroquia Nuestra Señora de Caacupé”.
La parroquia y el barrio
Cuando le propusieron al Padre Pepe que se ocupara de la parroquia de la villa 21, el panorama con el que se encontró a su llegada era desolador. La violencia reinante hacía que fuera imposible transitar de un sector a otro de la villa sin riesgos.
Como respuesta a esta realidad, decidió construir ermitas y capillas en cada sector del barrio para crear así un espacio de reunión. Pensaba que, de este modo, la gente no tendría que acercarse a la Iglesia sino que él mismo se trasladaría a cada sector del barrio donde instalaría un espacio de prevención y de transmisión de fe y valores.
“Algo muy importante para la villa 21 fue que trajimos una imagen de la Virgen Nuestra Señora de Caacupé del Paraguay. La fuimos a buscar porque la gente estaba con miedo. Empezaron a participar y a perder ese miedo porque fue como volver a sus raíces culturales y de fe. Esto los movilizó en un sentido positivo extraordinario”, comenta Pepe recordando esos tiempos.
Él considera este hecho, ocurrido el 23 de agosto de 1997, como el día más importante para la vida del barrio. La llegada de la Virgen tuvo un fuerte sentido para todos, las fiestas religiosas empezaron a ser las más importantes y la gente se volcó cada vez más masivamente a los festejos religiosos como el domingo de Ramos o Pascua.
Aquellos campeonatos de fútbol ya no tenían la fuerza de antes, pero la violencia y las drogas seguían presentes. “Debemos llegar a la vida de los chicos antes que la droga, las armas, la violencia y el mal camino”, repetía a menudo. El tema de la droga era un eje central en la parroquia.
Pero las acciones preventivas, entendidas como “llegar antes”, dejaban fuera a aquellos que ya estaban complicados. El Padre Pepe comenzó entonces a preguntarse cómo acompañar la recuperación.
Por ese entonces, empezaron a realizarse unos almuerzos en los que Pepe trataba de acercarse a los jóvenes. Al comienzo, la aparición de estos “chicos problemáticos” (alcohol, drogas, marihuana, robo) causó cierta incomodidad en la parroquia. A la comunidad le costaba aceptar a los que habían delinquido, incluso en contra de otros que ahora encontraban sentados en el mismo banco del templo. Pero la comprensión llegó de la mano de la mirada misericordiosa de los vecinos.
“Vivir en la unidad de la diversidad para que el barrio crezca.”
La aparición del paco: es necesario algo más
El narcotráfico busca dónde esconderse y la ausencia del estado le da una oportunidad para hacerlo. La droga, que estaba focalizada en las pandillas, se expandió por el territorio de la villa, sobre todo a través del ingreso del paco con su alto poder destructivo, que encontró allí su nicho de venta debido al bajo costo.
Al principio no se sabía bien qué hacer. Como primera acción, se comenzó por ofrecer, a los que estaban dispuestos a salir, la posibilidad de contactarlos con organismos del estado ( SEDRONAR; SENAF, etc) como un modo de articular con otras respuestas.
Pero eso no era suficiente, así que poco después surgió la idea de aprovechar un espacio en la parroquia Nuestra Señora de Luján, en las afueras de la villa, para recibir allí a quienes pedían ayuda para dejar el consumo de drogas. Allí los chicos podían pasar la tarde con actividades y con un acompañamiento que les permitiera dar los primeros pasos, mientras se buscaba una institución que los recibiera.
La Parroquia ha nacido y crecido en el barrio teniendo distintas fisonomías: una casilla, una prefabricada, una capilla y la Iglesia actual. Está intensamente ligada a la historia de la Villa, a sus momentos felices y a sus páginas más difíciles. Con distintos desafíos, la Iglesia Católica nunca abandonó su misión, ni en épocas de desarraigo donde se defendió al pobre y se realizaron caminos de cooperativas de la mano del Padre Daniel de la Sierra, hasta los planteos que hoy debemos contestar que son: droga, violencia, desocupación. El punto de partida es la realidad compleja del barrio con sus tejidos sociales positivos que hacen que hasta los más abandonados sientan que allí tienen un lugar, una pertenencia y con la contracara de un barrio que padece el estigma de la marginación. –Padre Pepe
La búsqueda de los chicos
Una idea que generó un vuelco positivo inicial, fue la de ir a buscar a los chicos. A pasar por los pasillos, por las “ranchadas” y por diferentes lugares de la villa, buscando a los chicos.
Esta “pesca”, discreta y sistemática, manifestaba un deseo de encuentro con los chicos que estaban en situación de consumo. Siempre se respetó su decisión de subir o no. Esto provocó mayor acercamiento a la comunidad, a los chicos y sus familias.
El Taxi y la Trafic recorrieron el barrio mil veces buscando a los chicos
La búsqueda de los chicos por el barrio iba contra toda lógica de sistema de recuperación de adicciones. Hay una fuerte creencia de que los chicos con problemas de este tipo tienen que pedir ayuda. Al principio los chicos tenían un poco de vergüenza de subirse a la Traffic, ya que podían ser identificados como alguien con problemas. A pesar de esto, poco a poco, fueron forjando una pertenencia íntima y particular con el dispositivo. Una ventaja adicional: los chicos se dan cuenta de que son importantes para alguien, que los va a ir a buscar cuando estén mal y que no los va a juzgar.
Hermana Pilar
A mediados de 2009 inauguramos un Hogar: “Hermana Pilar”, a modo de casa de medio camino, en el corazón de la Villa 21, justo detrás de la sede parroquial. Un primer objetivo fue contar con un espacio para recibir a algunos de los chicos que egresaban dela Granja Madre Teresa y no tenían donde ir. Allí aprenden diversos trabajos, como el de electricista, carpintero, mecánico o herrero, y empiezan a obtener sus primeros réditos económicos y a reinsertarse en la vida cotidiana.
LAS VIVIENDAS AMIGABLES
Entre otras cosas, el deterioro que genera el consumo lleva a muchas personas a quedar en la calle. El estrés que esto produce agrava exponencialmente la situación: exacerba los problemas de salud mental, los expone a otras enfermedades (TBC, otras respiratorias, infectocontagiosas, etc.), a situaciones de violencia, no les permite estar en condiciones de estudiar, buscar trabajo, etc.
Además de ser un Derecho Humano fundamental, la vivienda digna es indispensable en el proceso de “recuperación” de los usuarios de paco, por lo menos así lo entendemos desde el nuestro Programa.
Paradores, hoteles y piecitas precarias, son respuestas parciales y provisorias, pero un aspecto determinante en el camino de plena inserción en la sociedad, es sin duda, tener un lugar digno donde poder vivir. Esto no se reduce a lo edilicio, sino que también supone un contexto humano favorable.
Entonces, el proyecto de “viviendas amigables” no consiste solamente en dar solución al problema habitacional, sino que apunta a generar un lugar de convivencia, de recuperación, de resiliencia en las que son acompañados directamente por Operadores el Hogar de Cristo.
Federación: Familia Grande Hogar de Cristo
Los Centros Barriales, las Cooperativas y otros dispositivos del Hogar de Cristo de todo el País, se han nucleado en esta Federación que los representa.
Cuando los chicos han pasado un período sin consumo o salen de una internación, por breve que sea, se produce en ellos un cambio en la manera de enfrentar la vida. Pero tienen que volver al lugar en el que estaban y aquí comienza de nuevo el drama. Deben reencontrarse con el ambiente del que salieron: la misma gente, los mismos problemas, las mismas situaciones, los mismos pasillos… Muchos ni siquiera tienen dónde regresar.
En este lugar empiezan a poner en práctica su nuevo Proyecto de Vida y viven ahí el primer periodo de reinserción hasta que se consolidan e independizan. Los primeros pasos para emprender un proyecto de vida suelen ser difíciles, están cargados de miedos, dudas y muchas ganas de emprender un nuevo rumbo. En este lugar los chicos pueden empezar a dar esos pasos.
El Hogar Hermana Pilar en construcción
Notas editoriales:
Senado de la Nación, Secretaría Parlamentaria, Dirección General de Publicaciones (S-4057/10) PROYECTO DE DECLARACIÓN- Mario. J. Colazo.