El Hurtado, el Don Bosco y el Mugica, fueron los primeros Centros Barriales del Hogar de Cristo, pero este año se fueron consolidando otros: el “Gauchito Gil” en José León Suárez con el Padre Pepe, el “Buen Samaritano” en Villa Palito con el Padre Bachi, el “Juan Pablo II” con el Padre Pedro y el “San José de Flores” . Simultáneamente en el interior de la Patria se van armando otros que pronto darán a luz, como el Centro Nazareth de Gualeguaychu, o en Concordia, o en Lomas de Zamora o en Laferrere… Los Centros Barriales junto a las Granjas, la Cooperativa y los “espacios hermanos” como Niños de Belén, la Carpa Negro Manuel o los centros en Soldati y el Barrrio Rivadavia, van consolidando LA GRAN FAMILIA DEL HOGAR DE CRISTO.
LA MISTICA DEL CENTRO BARRIAL…
- Hace ya un en unos años ensayábamos una suerte de definición acerca de los centros barriales del Hogar de Cristo. Buscaba responder a la pregunta ¿Qué son los centros barriales? Decíamos algo así:
“Los centros barriales son puertas de acceso cercanas y amigables para la orientación, contención y atención de personas que se encuentran en situación de sufrimiento social por el consumo de drogas.
Son espacios que cobijan a las personas del barrio, que al vivir en situación de extrema pobreza les resulta difícil, cuando no imposible, acceder a los efectores que prevén los sistemas de salud y acción social gubernamentales.
Los centros barriales brindan apoyo en el sostenimiento a un tratamiento personalizado a lo largo del tiempo, desde donde se parte y a donde se vuelve después de las diferentes propuestas terapéuticas. Desde ellos se articula con todos los programas y efectores de los organismos del Estado y de la Sociedad Civil.
Los Centros Barriales, involucran a toda la Comunidad local entendiendo que el consumo de paco en nuestros barrios, no es solamente ‘un problema de drogas’ y requiere de una atención integral para superar la exclusión y la vulnerabilidad social. En ellos se promueven y fortalecen las redes barriales.
También son espacios de reflexión y discernimiento sobre el desafío que el paco nos presenta para poder dar una respuesta adecuada a los / las jóvenes en riesgo y a la comunidad local. Desde estos centros se promueven investigaciones para poder proponer acciones concretas e incidir en la formulación de políticas públicas.”[1]
Por otro lado muchas veces utilizamos imágenes para describirlo: el centro barrial es como el mediocampo de una cancha de fútbol, por allí pasan todas las pelotas o sea la vida va y viene; o bien es como una pista de aterrizaje y despegue desde distintas situaciones a otras situaciones nuevas.
- En cuanto a su origen los centros barriales estos fueron naciendo como respuesta al desafío que nos plantea el consumo del paco. Pero con claridad digamos que no se trata sólo de un problema de drogas. Así como hace años el mal de chagas ponía de manifiesto la miseria del interior del país, el paco denuncia la miseria de las grandes periferias urbana, y lo más terrible es que hace explotar la marginalidad. El paco es un rostro nuevo de la exclusión.[2]
Ahora bien, mirando más en profundidad podríamos decir que como sociedad hemos dejado en situación de orfandad a miles de chicos y chicas. En el centro barrial nos encontramos habitualmente con huérfanos de amor[3]. Esta es una forma de pobreza que no se puede registrar en términos de ingreso mínimo por persona. Pero existe, es real.
Como sabemos el pan es necesario para vivir. Con esta pequeña palabra queremos simbolizar todo lo que en justicia es necesario para vivir con dignidad –alimento, vivienda, educación, trabajo, etc.-, pero el ser humano no vive solo de este pan. Necesita amor, necesita familia, necesita calor de hogar; depende de que los demás lo traten al menos con un poco de misericordia.[4]
Por eso la mística de trabajo hace eje en lo hogareño, en la familia grande que recibe y hace lugar. Y esto hay que entenderlo lo más literal posible. Cuando por ejemplo se acerca un muchacho, se está atento si tiene pareja, si tiene hijos y se empieza a acompañar a toda la familia.
- Algunas notas que caracterizan a los centros barriales de la familia grande del Hogar de Cristo:
– En los centros barriales se busca recibir la vida como viene y hacerle lugar, sin juzgar, sin condenar. Recibir la vida como viene, intentando dar respuesta a esas necesidades que nos están revelando derechos vulnerados: DNI, escuela, vivienda, capacitación laboral, trabajo etc. Recibir la vida como viene también es adaptar nuestras ideas y programas a la realidad y no la realidad a ellos; teniendo presente que burocracia expulsa, pone trabas, en definitiva pone en riesgo la vida de muchas personas.[5] La comunidad entera tiene lugar en el centro barrial. Embarazos, nacimientos, causas penales, privación de la libertad, enfermedades, casamientos, bautismos, y hasta fallecimientos. Todo tiene lugar en el centro barrial, todo se vuelve ocasión de acompañamiento. Los centros barriales no tienen un foco exclusivamente psicoterapéutico sino que van desarrollando su actividad al ritmo de la vida que van recibiendo.
– En los centros barriales la inclusión es una búsqueda cuerpo a cuerpo. Cada persona es sagrada, ninguna vida está de sobra. Para que la inclusión sea real, no discursiva, es necesario que se plantee el trabajo de modo personal. Hay que mirar las necesidades concretas de cada uno y preguntarse como resolverlas. El trabajo se plantea como un gran esfuerzo para que esa persona puntual resuelva su situación de exclusión grave. Las tareas son tan diversas como las personas, el desafío es la inclusión social, y eso no se logra planteando una estructura rígida, sino ensayando nuevos caminos con creatividad y porque no audacia.
– En los centros barriales se da la posibilidad real de un abordaje territorial. Mientras los distintos efectores asistenciales o de salud se ocupan de una parte –por ejemplo el hospital de una herida grave-, el centro barrial tiene una mirada de conjunto sobre los chicos y chicas que acompaña. Busca conocer su casa, su familia, la red de contención con la que cuenta, etc. Esto es así porque precisamente está en el barrio. Por otro lado el mismo barrio se va tornando cada vez más protagonista de la inclusión social de los chicos y las chicas. Lo hace a través del grupo de familias, o de la cooperativa de acompañantes pares que salen a buscar a los chicos donde ellos están y los asisten en distintas situaciones, o lo hace a través de vecinos y vecinas u organizaciones sociales comunitarias que acercan a los mismos al Hogar de Cristo.
– Nos gustaría señalar una nota más de la espiritualidad que anima nuestros centros barriales. Nos parece que las adicciones son principalmente enfermedades espirituales, sin negar obviamente su dimensión biológica, psicológica y social. Una persona espiritualmente saludable está convencida de que la vida merece vivirse, le encuentra sentido a lo que hace, tiene la alegría de vivir.[6] El desafío del paco nos presenta rostros y nombres muy concretos, vidas que se van apagando poco a poco. Nosotros trabajamos con la convicción de que incluir y hacer lugar a los que nunca han tenido lugar es el camino a recorrer. Camino que se torna decisivo a la hora de ayudar a engendrar sentidos en la historia de estos chicos y chicas. No se trata de otra cosa que de ayudar a encender, a despertar la pasión por vivir.
- Para nosotros es importante destacar que el Hogar de Cristo en general y sus centros barriales en particular no buscan competir con nadie – como por ejemplo CESAC, Caritas, Defensorías zonales de menores, Centros de día, Comunidades terapéuticas, etc. No compite, ni reemplaza ningún efector de inclusión social, todo lo contrario, se potencia a través de ellos y a nuestro humilde entender también potencia su valioso e irremplazable trabajo.
- Ahora bien, para terminar digamos algo sobre todos nosotros que estamos aquí con el deseo de acompañar a las personas en situación de sufrimiento social a causa de las drogas. Hay en nosotros una vocación servicio, de búsqueda de proximidad a estos chicos y chicas. Obviamente esto no es fácil en un contexto cultural de fragmentos e hiper-especializaciones, que nos llevan a decir con demasiada facilidad: “esto a mi no me corresponde”.
Pero a poco de recorrer este camino nos descubrimos ante la posibilidad que nos da la vida de crecer en humanidad, es que el ser humano se humaniza en la medida que descubre y acoge a su prójimo que sufre como a sí mismo. Y nos va resultando cada vez más “evidente que la persona que sufre y es acogida revela a quienes la acogen con amor nuevas profundidades de su humanidad. Les revelan que poseen un ‘corazón’, y que ese corazón sólo encuentra felicidad en el amor.”[7]
Video:
http://www.youtube.com/watch?v=9m36-HHPGNQ&feature=youtu.be
[1] 3° Jornada sobre “El desafío del paco” .Colegio Pío IX. 16 de noviembre de 2010
[2] Cf. “El desafío del paco”. Equipo de sacerdotes para las Villas. 24 de junio de 2010.
[3] Nos parece iluminador al respecto el trabajo de López Rosende Juan Manuel. Huérfanos de amor. Trastornos psicológicos y espirituales. Editorial Dunken. Buenos Aires, 2008.
[4] Cf. Walter Kasper. La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana. Salterrae. Santander 2012. Pág. 191
[5] Cf. La droga en las villas: despenalizada de hecho. Equipo de Sacerdotes para las villas de emergencia. 25 de marzo de 2009.
[6] Cfr. “La droga en las Villas: Despenalizada de hecho.” Equipo de sacerdotes para las Villas. 25 de marzo de 2009.
[7] Xavier Le Pichon. Las raíces del hombre. De la muerte al amor. Sal Terrae. Santander 2000. Pag. 119.
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buen dia gente linda
les cuento que estamos queriendo comenzar con esta experiencia en un barrio de Formosa, pero no tenemos mucha preparacion y con las ganas en este tema no basta alguna orientacion o pagina sugerida agradecere